Cuanto lamento que tragedias como la ocurrida con los peloteros Yordano Ventura y Andy Marte sigan ocurriendo de manera cíclica en nuestro país.
Máxime cuando todos conocemos el sacrificio, trabajo y entrega de estos muchachos para llegar a las Grandes Ligas.
Es harto conocido que de cada 100 muchachos que firman apenas un 3% logra llegar a Las Mayores.
Aún no nos reponemos a la lamentable pérdida en condiciones similares del súper prospecto de los Cardenales de San Luis Oscar Taveras.
La gran mayoría de estos jóvenes vienen de los estratos sociales más humildes de toda la geografía nacional.
Ellos, sin proponérselos, se convierten en modelos y referentes a seguir por millones de niños y jóvenes en todo el país y el mundo.
Cada vez que tenemos la oportunidad de impartir una charla a los prospectos de las distintas organizaciones de las Grandes Ligas tratamos de crear conciencia del riesgo que implica tomar alcohol y conducir en exceso de velocidad en autos de tan alto cilindraje.
Les hemos hablado de que lo ideal, si van a salir a altas horas de la noche, es tener de chofer a una persona de su confianza.
Sabemos que no es fácil asimilar la transición que conlleva el hecho de venir de la más abyecta de las miserias a convertirse en millonario en dólares.
De ahí que se hace imperativo que las Grandes Ligas y sus 30 academias diseminadas en toda la geografía nacional asuman una cruzada tendente a crear conciencia sobre el riesgo que implicar conducir a exceso de velocidad.
En esta cruzada deben tener un papel protagónico nuestros peloteros activos y los retirados que cuenten con el respeto y admiración de todo el pueblo.
Que bonito sería ver a un Osvaldo Virgil, un Juan Marichal, un Felipe Alou, un Julián Javier, un Jesús Alou, un Rico Carty en esta cruzada.
Asimismo, ver a Pedro Martínez, David Ortiz, Albert Pujols, Nelson Cruz, Robinson Canó, Edwin Encarnación, entre otros respetados peloteros, integrarse a esta cruzada.
Es triste, muy triste, ver un sueño roto en solo segundos, el cual costó sacrificio, horas de hambre, sueño, trabajo, entrega y dedicación.
He sido testigo de excepción de la dura realidad que enfrentan estos muchachos, la mayoría de los cuales vienen de hogares monoparentales.
Hay ocasiones en que muchos de ellos no tienen ni para su desayuno. A veces sólo pueden tener una de las tres comidas al día.
Y, a pesar de ello, dan más del 100% para lograr tener un rendimiento óptimo en el terreno.
Hay una constante que observo en cada uno de ellos: querer cambiar la situación económica de sus familias.
Todos me dicen: “Si llego a firmar lo primero que haré con el dinero del bono es comprarle una casa a mi mamá…”
Al tratar de analizar las aristas que convergen en esta dura realidad, debemos usar empatías con estos muchachos, ponernos en su lugar y aquilatar en su justa dimensión el entorno social en el cual se desarrollaron.
Estar conscientes de dónde vienen, qué educación, tanto hogareña como académica, han recibido, si en sus hogares han sido objetos de abusos, maltratos.
En fin, tratar de ser justos a la hora de emitir un juicio de valor alegre, sin conocer a fondo la realidad que subyace en sus respectivos hogares.
Anhelo que el modelo de “hombre exitoso” en nuestra sociedad no esté solamente supeditado a tener bienes materiales.
Es muy bueno vivir cómodo, tener recursos, pero eso debe ir de la mano con valores y principios que deben inculcarse en nuestros hogares.
Estoy consciente que es un círculo vicioso, por las razones explicadas anteriormente y las debilidades y fallas que afectan nuestra sociedad.
Es un problema complejo y multifactorial, pero la génesis de todo esto es, sin dudas, la falta de educación, tanto hogareña como académica.