Mientras David Ortiz conversaba la tarde del lunes con dos reporteros que cubrieron toda su carrera con los Medias Rojas, parecía el Big Papi de siempre. Se movía libre de dolor. Sonreía con facilidad. Se comunicaba con libertad incluso después de abarcar el tema de la terrible experiencia que vivió hace poco más de tres meses.
Lo anterior es noticia, porque de ninguna manera describe cómo se veía o se sentía Ortiz hace unas pocas semanas.
Ortiz temió por su vida, y también por su calidad de vida, cuando los médicos en el “Massachusetts General Hospital” le practicaron una tercera cirugía a principios de julio como resultado de complicaciones producto de la herida de bala que sufrió en la República Dominicana el 9 de junio.
“Pensé que no iba a ser capaz de estar donde estoy ahora mismo y vivir una vida normal, ¿saben? En algún momento empecé a perder la esperanza”, dijo Ortiz, alguien que siempre se ha manejado sin miedo, bien sea en el terreno de juego, en público o con su familia.
La primera cirugía fue practicada en la República Dominicana horas después de la baleada, un episodio del que Ortiz todavía no tiene explicación. Los médicos le operaron los intestinos y el hígado, y tuvieron que removerle la vesícula.
La segunda operación fue justo después de que Ortiz fuera trasladado de Dominicana a Boston, y el objetivo era asegurarse de que la primera cirugía se había hecho correctamente, lo que en efecto fue así.
Pero a medida que pasaban las semanas, Ortiz no terminaba de mejorar. No podía comer ni beber sin ayuda. Los médicos finalmente se dieron cuenta del porqué Big Papi no estaba recuperándose.
“Descubrieron que la bala me dio una bacteria que nunca habían visto”, explicó Big Papi. “La razón por la cual tuvieron que operarme la tercera vez fue porque la bacteria tenía mis intestinos todos revueltos. No podían funcionar bien”.
En las horas posteriores a la primera cirugía, las cosas se estaban moviendo tan rápido y Ortiz estaba tan mal que no podía comprender totalmente qué le estaba pasando. Pero todo el proceso alrededor de la tercera cirugía fue estremecedor para él.
“Ahora sé con qué estoy lidiando”, recordó Ortiz. “Ahora sé dónde me hicieron daño y que esas partes no están funcionando como esperan los doctores. Empezaron a hablar de una tercera cirugía. Cuando empecé a oír eso…uno se asusta porque no sabe si va a sobrevivir. Pero sobreviví y lo que me preocupó después era, ‘¿Cómo voy a quedar después de todo esto?’ Ahí es cuando te empiezas a preocupar por todo”.
El punto más bajo
¿Cuál fue para Ortiz el momento más difícil?
“Supongo que cuando empiezas a perder la esperanza”, dijo el otrora cañonero zurdo. “Antes y después de mi tercera cirugía, estaba perdiendo peso y no me veía nada bien”.
Pero luego Ortiz dio un giro para bien del que sigue disfrutando.
“Ahí después de la tercera operación, una semana después, todavía no podía comer ni beber nada. Imagínate eso. Algo bien malo”, aseguró Ortiz. “Pero por el otro lado, el Dr. (David) King y todo el mundo estaban bien optimistas. Ellos me motivaban. El Dr. King todo el tiempo me decía que no me preocupara, que me iba a poner bien. Nunca tuvo dudas. Incluso cuando me dijo que iban a tener que volver a operarme, por lo de la bacteria, no estaba preocupado por nada”.
En las siguientes semanas, Ortiz tuvo que entrenar su cuerpo para volver a aprender a comer.
“Como una semana después de la última operación, empecé a comer”, reveló Ortiz. “Empecé a notar los olores, así que le dije a mi hermana que me hiciera una sopa que ella hace, que es buenísima. Tuve que empezar a pelear conmigo mismo, a entrenar el estómago. Cuando pasas tanto tiempo sin comer, el estómago es un músculo, hay que entrenarlo. Me tomaba una sopa y me llenaba de una vez.
“Empecé a recuperar el apetito, pero no podía comer nada sólido hasta que llegué a mi casa (a finales de julio). Una vez que llegué a la casa, el doctor King me dijo, ‘Mira, vas a comerte una cosa pequeña hoy, y si te sientes bien, te damos otra más grande y así vas aumentando. Y me dejas saber si te sientes mal o algo’. Pero nunca me puse mal. Estaba bien”.
Esa terrible noche
Lo impactante para Ortiz sobre la noche en la que fue baleado es que el día empezó de la manera más inocente.
“Yo lo que recuerdo es que había tenido un día bellísimo con mis niños”, recordó Ortiz. “Fui a un sitio donde ellos se pusieron a manejar carros y a jugar y después decidí irme con un amigo mío. Estamos en este lugar, un lugar bien bueno, donde gente importante, me siento y pido un trago y de un golpe, me disparan. Es algo que no voy a olvidar”.
Ortiz quiso hacer énfasis en lo que seguro que él se sentía en ese ambiente.
“Yo estuve ahí por hora y media, dos horas. Tranquilo, conversando con otra gente. Este sitio no era un club”, puntualizó Ortiz. “Era un sitio, un patio, esos lugares donde vas a almorzar, tomarme un trago, a hablar. La gente estaba un poco confundida al principio cuando empezaron a hablar (del balazo); pensaban que era un club. No era un club. Era un patio externo, básicamente, donde te sientas y te atienden”.
“Yo voy para allá de vez en cuando, cuando estoy en Dominicana, sólo los domingos, y nunca escuché de un problema. Hermano, nunca escuché de nada malo que hubiera pasado allí. Yo creo que lo mío es la primera experiencia así que pasó allí”.
Al principio, Ortiz no sintió el dolor. Rápidamente la sensación fue cambiando.
“Sí, mira, me dispararon, y para serte honesto al principio no me dolía”, dijo Ortiz. “Senté como una pequeña quemazón, pero ni me fijé. Yo sabía que me habían herido por el impacto y el sonido. Después sí, me empezó a doler, probablemente cuando estaba entrando a la operación”.
La primera cosa afortunada que le pasó aquella noche a Ortiz fue el perfecto trabajo que hicieron los médicos en Santo Domingo con la primera operación. La segunda fue que los Medias Rojas – en decisión conjunta con la esposa de Ortiz, Tiffany—decidieron llevarlo a Boston en una aéreo-ambulancia.
Llegar al fondo de todo
Si hay algo que molesta a Ortiz es que todavía no tiene idea de por qué alguien le disparó. Ciertamente ha habido rumores, que Ortiz niega completamente.
“Hubo muchos rumores por ahí. Pero como les dije, Dominicana es un país donde las redes sociales te informan de cierta manera, porque no hay consecuencias”, dijo Ortiz. “Hay gente que salió con cosas que no eran verdad, sólo porque querían más seguidores o likes. Hay un montón de rumores, muchas cosas malas que han salido, pero ninguna tiene que ver con lo que me pasó a mí”.
Ortiz recientemente contrató al ex comisionado del Departamento de la Policía de Boston, Ed Davis, para que trabajara junto a las autoridades dominicanas descubriendo las razones detrás del balazo.
Pero todavía no sabe mucho.
“No tengo idea”, aseguró. “Parece más algo de haber estado en el lugar equivocado a la hora equivocada”.