La Champions, la gloria eterna del Real Madrid, se convirtió en un inesperado infierno blanco. Un primer acto pésimo, jugado al ralentí ante un rival que aprovechó sus ocasiones con habilidad y fortuna, obligó a una remontada que no se completó. Y no fue por falta de intensidad, sino de juego, de ideas. Un punto en dos jornadas es un arranque impropio del equipo campeón. Si aspira a pasar debe ganarlo todo. O casi.
En medio tiempo calamitoso el Madrid destrozó todo lo que había ganado desde la debacle de París. Se pueden buscar culpables individuales, desde Lucas a Courtois pasando por Modric, pero si se había recompuesto como equipo claudicó como tal. La Champions que parecía tan sencilla no hace mucho subrayó todas las carencias del Madrid que salió confiado, moviendo la pelota con parsimonia, envejecido, y recibió un castigo tremendo. El Brujas, ordenado y vertical, se fue al descanso 0-2 porque convirtió dos de sus tres remates a portería.
Zidane metió a Modric de inicio y rescató su centro del campo. No fue el día del croata, pero es que desapareció el Madrid de las líneas juntas y el sacrificio defensivo. Así llegó el primer tanto, con Carvajal fiando la espalda, Ramos arriesgando en el fuera de juego y Varane sin cerrar. Metió Vanaken, sirvió Tau y Bonaventure, al intentar controlar, se tropezó y marcó. Anuló el asistente, pero el VAR revisó la jugada y concediío el tanto.
No se alteró mucho el Madrid, aunque Ramos subió el rito y la línea. Pudo pesar el Brujas en una arrancada desde mediocampo. Mientras, en ataque el Madrid empezaba a llegar sin puntería. Mignolet, que en el Liverpool era como Karius, metió una mano imposible en un cabezazo de Benzema. Y a Kroos se le fueron dos remates por centímetros. Pero en un exceso de confianza de Modric en la medular robó Bonaventure, encaró a Courtois, se tropezó y al reponerse tiró un globito perfecto que derrotó a Courtois. Hay que creer en Brujas.
El Bernabéu pagó la frustración con Lucas y Courtois. Empezó a calentar Areola y el personal aplaudió el cambio en el descanso.Toda la apatía del primer acto se convirtió en electricidad en el segudo. Ingresó también Marcelo, y el Madrid invocó a todos sus espíritus pasados, presentes y futuros. El acoso blanco ofreció llegadas de Kroos, Lucas o Hazaard, pero fue Ramos quien descontó pronto. En un centro desde la derecha cabeceó sin oposición. El linier que había anulado el 0-1 volvió a levantar la bandera, y el VAR corrigió de nuevo. Olía a remontada.
No aprovechó el arreón el equipo blanco, y Areola apareció como un coloso para negar el tercero de Bonaventure. Clement, técnico belga, movió el banquillo y adelantó líneas para dificultar la salida blanca. Muy cansados, a los blancos les costó más de un susto rebasar la medular. El caso es que pasaban los minutos y ni la entrada de Vinícius rompía el equilibrio. Recompuesto, el Brujas aprovechó los espacios para sacarse el sofoco de encima, y el Madrid no conectaba ni en corto ni en largo.
Cuando todo apuntaba a tragedia, con el Brujas cómodo, Vormer cometió una imprudencia inesperada. Vio dos amarillas consecutivas, la segunda con una falta en linea de medios, y en el lanzamiento de Kroos fue Casemiro quien cabeceó cruzado, batiendo a Mignolet. Cinco minutos más añadido para un milagro, de esos que construyen la leyenda del Rey de Europa. Pudo aprovechar Ramos una cantada de Mignolet, pero esta vez se escapó la remontada y, con ella, se acabó el margen de error blanco. Para seguir vivo en la Champions tendrá que meter más intensidad pero, sobre todo, más fútbol.