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El Madrid gana por mayoría absoluta
Hay que empezar a creer. El Real Madrid eligió Ipurúa, un campo complicadísimo donde el pasado año encajó una derrota humillante, para mostrar su potencial, lo que es capaz de hacer cuando juega bien. Perdón. Muy bien. Con Benzema como goleador, con Hazard estelar, con Valverde en todos sitios, hasta goleando, con Courtois echando el candado. Una actuación coral brillante que invita a soñar. Sin rotaciones masivas, cada día mejor, más fiable, el equipo de Zidane se instala en lo alto de la tabla.
Quien presagiara al conocerse la alineación del Madrid lo que iba a ocurrir después, tiene poderes o es adivino. Al francés le cayeron críticas inmediatas por dejar fuera a Rodrygo, tras su exhibición en Champions, y a Kroos, el centrocampista más brillante de los últimos tiempos, en un campo complejo como Ipurúa, donde aprieta hasta el que pinta las líneas. El Madrid fue una tormenta de juego y de intensidad, capaz de arrasar al Eibar en media hora extraordinaria.
Fue una buena cura para ‘haters’. Los de Lucas Vázquez, que dominó su banda y fue brillante en el desborde. Los de Modric, que voló con las espaldas cubiertas por el eficaz Casemiro y por Valverde. Tan pronto veías al ‘Pájaro’ reforzar a los centrales como respaldar la contra en el balcón del área rival. Uruguayo y croata participaron en el primer gol que remató Benzema, a quien tampoco faltan críticos. Los números del francés ya están a la altura de su fútbol y presenta candidatura al Pichichi. Y no es un goleador clásico.
Pero quien rindió por fin al madridismo fue Eden Hazard. Vertical, hábil, incontenible, fue un tormento para De Blasis, que ya le sufrió en el primer tanto y no tuvo más remedio que bajarlo antes del 0-2. Penalti que Ramos convirtió a un lado, convencional, aburrido. Como hacen los mejores especialistas del mundo. Pero volviendo a Hazard, el belga desbordó cuando y como quiso. En una se zafó de la entrada brusca de De Blasis, cambió el ritmo a Diop y acabó tirando una rabona de fantasía que no encontró rematador. Eso por banda. En diagonal también fue decisivo, como la que sirvió a Lucas, que interpretó perfecto. Buscó el interior a Cote y arrancó otro penalti. El capitán ejerció para reforzar a Benzema, que hizo su segundo. Antes de la media hora.
El vendaval blanco, lo mejor de los últimos tiempos, se llevó por delante a un Eibar que no levantó cabeza hasta el tramo final del primer tiempo. Bajó algo el ritmo blanco y el equipo de Mendilibar mostró lo que se esperaba: presión para el robo, llegada rápida por los costados y remate. Escalante, aprovechando un despiste de Valverde, o Enrich, el hombre récord armero, tuvieron sus opciones para descontar, sin puntería.
El segundo acto fue más equilibrado. Sin nada que perder, el Eibar se fue a campo contrario, exponiéndose a la contra. O sea, diversión asegurada. De Blasis y Escalante disfrutaron de buenas opciones, y a cambio Dmitrovic tuvo que corregir en una salida ante Benzema. Mendilibar asumió riesgos y ocurrió lo lógico. El Madrid explotó los espacios, Modric templó en banda derecha y cedió atrás para que Valverde colocara junto al palo, a lo Kroos. Centrocampista total.
Con todo el pescado vendido llegaron los cambios. Entró Pedro León para sumar minutos, y Zizou buscó sumar más aliados: Isco y Vinícius al verde. Agradecieron esos minutos con viento a favor, especialmente el brasileño, muy activo pidiendo la pelota y buscando el regate. Todo buenas noticias para el Madrid en una noche inesperada. El Eibar no pudo contestar a un conjunto estupendo, al fin.