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Paris SG le anota 2 goles al Real Madrid en los últimos 10 minutos y saca el empate en el Bernabéu
El Madrid de Zidane regresó al Bernabéu durante 80 minutos extraordinarios. El equipo blanco conquistó un 2-0 corto para tanto juego y tanta superioridad sobre el PSG, más nombre que fútbol. De no ser por Keylor Navas, la goleada habría sido amplia. La ovación final, acabado el partido, al tico en el centro del campo fue justo premio a su carrera y a su partidazo. El caso es que en diez minutos finales los blancos se descosieron y regalaron una victoria que merecieron, y que hasta les negó el palo en un remate final de Bale. Este Madrid, con el pase a octavos en el bolsillo, promete emociones fuertes.
Zidane no encontró mejor manera de dar valor al partido ante el PSG que rememorar las alineaciones de las dos últimas finales de Champions. Salvo la modificación de Fede Valverde por Modric y la sustitución de los que ya no están, Keylor y Cristiano, el técnico blanco recurrió a su vieja guardia, la que le dio la gloria, para ganar la batalla a las estrellas parisinas en la medular, allí donde la perdió en el Parque de los Príncipes. Isco. Quien apostara antes del duelo por el malagueño se haría de oro. Si hubo alguno.
Y es verdad que el empate del Brujas ya quitaba dramatismo al asunto, pero en noches de altos vuelos no hay concesiones. Se trataba de responder si el Madrid está para competir con los mejores. Y en medio partido salimos de dudas. Sí. Y mira que empezó sufriendo con las arrancadas de Mbappé por derecha, un salvaje imposible de domar cada vez que agarró el balón. Sufrió de inicio Ramos ante la previsible fuga de Marcelo al ataque, pero pareció como si hasta eso entrara en los planes.
Se sintió cómodo el PSG en el primer cuarto de hora y en la primera acción ligada del Madrid, bingo. Arrancó Hazard en la izquierda, tirando la diagonal, dejando atrás enemigos, sirvió a Valverde que pivotó con Carvajal, el Pájaro cortó el área como un cuchillo, sirvió atrás, remató Isco al poste y Benzema completó a puerta vacía. Un gol coral que desarmó a los franceses, entregados durante diez minutos de rodillo blanco. De no ser por Keylor, felino en remates de Kroos, Benzema y Marcelo, el partido habría muerto allí.
Pero el Madrid no tenía enfrente un rival cualquiera. Mbappé explicó las razones por las que Zidane está enamorado de él, potencia con control, que puso a prueba las manos de Courtois. El belga sacó una de mérito por no vencerse, después de un par de despejes frontales que tenían su miga. Con el duelo equilibrado, al final del primer tiempo, Marcelo despejó blando, se escapó Icardi y Courtois le derribó en el área. Penalti y roja, pitó Artur Dias. Le llamaron del VAR al descubrir un empujón claro de Gueye a Marcelo, que lo fue. Pero el PSG se sintió estafado.
A Tuchel no le quedó más remedio que tirar de Neymar tras el descanso. Partió al equipo en un 4-2-3-1 sin retorno de los interiores, a cara o cruz. El Madrid aceptó la propuesta y gestionó bien el balón, con pausa y con chispa. Amparado en la pujanza de Valverde, indispensable en los blancos. A mayor desafío, mejor es la respuesta del uruguayo. Contagia además a sus compañeros. Como Isco, resucitado. El malagueño pudo rematar la faena tras un pase exquisito de Marcelo, otra apuesta de riesgo de Zidane. De no ser por Keylor, el Madrid habría devuelto el correctivo de París a su ilustre rival.
El único pero blanco era la falta de contundencia en el área. Meunier cazó a su compatriota Hazard, que se fue lesionado, y entró Rodrygo. Tuchel respondió metiendo medios, Sarabia y Draxler, y el Madrid pareció liquidar el partido. Entró Marcelo por banda y puso un caramelo para que Benzema cabeceara a la red. Pero un error defensivo cambió la historia. Entre Varane y Courtois empujaron un centro lateral a la red, ante la tímida llegada de Mbappé. Y sin Valverde para apagar fuegos, el PSG tocó largo, llegó bien al área y el rechace cayó a Sarabia, que colocó en la escuadra. Un 2-2 inesperado salvo por la ley del fútbol. Si perdonas en las áreas lo pagas. Conviene aprender para lo que ha de venir.