Unos Celtics muy enchufados no dieron opción a los Raptors (94-112) y se apuntaron el primer partido de las semifinales de la Conferencia Este. Boston se mostró intratable en todo momento, con un juego colectivo superlativo, un gran acierto en el tiro exterior y una velocidad de crucero que sacó del carril a Toronto.
Los Raptors, lastrados por el pésimo partido de Siakam (13) y VanVleet (11), no se parecieron en nada al equipo rocoso que arrasó en primera ronda a los Nets. No hubo noticias de su habitual intensidad atrás (esta vez la defensa zonal no fue la panacea) y en ataque jugaron con mucha precipitación, lo que se tradujo en muy malos porcentajes de tiro (10/40 triples).
Todo lo contrario que los Celtics, muy consistentes en todas las facetas del juego, con una circulación de balón por momentos perfecta y un acierto más que notable. Tatum (21+9), Walker (18+3+10), Brown (17+5+4) y Smart (21+6+4), que esta vez sí dio con la tecla ofensiva, lideraron el triunfo de los Celtics.
Los Raptors, huérfanos de Siakam (5/16 tiros) y VanVleet (3/16 con 2/11 triples), dos de sus jugadores más productivos en estos playoffs y que estuvieron desaparecidos, sólo pudieron tirar de Lowry (17+6+8) Anunoby (12+7) e Ibaka (15+9). Marc, discreto, no tuvo mucha presencia (7+6). Escaso bagaje para competir con la eficiencia de los Celtics.
El partido se torció muy pronto para los de Nick Nurse, que vio como en los primeros cinco minutos de partido Marc Gasol cometía dos faltas y Siakam tres. Dejó en cancha al primero y sentó al segundo, que ya no volvió a aparecer cuando salió en el segundo acto, con los Celtics lanzados (20-39).
Boston llegó al descanso dominando con autoridad (42-59) gracias a su acierto exterior (9/19 triples) que contrastaba con el errático porcentaje de su rival (5-24). Los Raptors no metían los tiros y no encontraban otras fórmulas de atacar (Marc apenas recibía balones) y los Celtics, con tres triples seguidos, establecieron la máxima renta (46-68).
El campeón no se rindió y con el esfuerzo de Lowry y un poco más de intensidad defensiva recortó distancias en el último acto (76-88). Fue una reacción tan espumosa como efímera, más producto de cierta relajación de Boston, que volvió a ponerse las pilas para sentenciar el triunfo con un nuevo tirón tras una falta flagrante a Ibaka (78-98 a siete minutos del final). Ya no hubo partido.