Luis Suárez deja al Barcelona para jugar en el Atlético de Madrid, donde todavía milita el mexicano Héctor Herrera. Uno de los fichajes bomba del mercado de verano ya es oficial. El uruguayo llega gratis a los colchoneros (con seis millones en variables por objetivos) luego de rescindir su contrato con los catalanes. Su acuerdo con los rojiblancos es por dos temporadas y con un salario cercano a los 9 millones de euros netos por curso.
El charrúa se marcha del Barça tras conseguir 198 goles en 283 partidos; cuatro Ligas; un Pichichi, otras tantas Copas, una Champions League, una Supercopa de Europa, dos de España y un Mundial de Clubes.
Luis se va obligado, porque no quería abandonar Can Barça. Su último partido como culé sí será el 8-2. Una semana después dijo que él estaría encantado de continuar, incluso en un rol de suplente, pero al día siguiente recibió la llamada de Ronald Koeman, en la que le comunicó que no contaba con él. Un telefonazo de menos de dos minutos para enseñar la puerta de salida a un mito azulgrana.
A partir de ahí empezó a buscar un destino, que encontró finalmente en el Wanda Metropolitano, tras ser descartado por la Juventus. El Cholo, quien siempre ha demostrado gran devoción por el ariete, y gracias a la viabilidad económica que le dio la cesión, de 10 millones, de Morata (ficha de nueve millones) a la Vecchia Signora, ha conseguido reclutarle para su causa.
A sus 33 años, y con dos operaciones de rodilla en mayo del año pasado y enero del actual, el uruguayo quiere seguir compitiendo al más alto nivel. Y el Atlético le brinda esa oportunidad, sabedor del espíritu combativo y ganador del ‘9’, al que se le sumará seguro el ánimo de revancha tras su salida del Barça.
Luis Suárez es el gran peso pesado que paga los platos rotos de la temporada azulgrana, como le ocurrió a Zubizarreta tras Atenas. Numéricamente no fue un mal año para él, 36 partidos y 21 goles, aunque empezó el curso lesionándose y lo pudo acabar gracias al parón por el Covid, porque en enero había dicho adiós a la temporada. Le quedaba un año de contrato y otro opcional si jugaba el 60% de los partidos.
Pero desde la Junta y la dirección deportiva se apostó por darle salida, para poder acometer más fichajes que complazcan a Koeman -con Lautaro como prioridad, aunque se torna complicado- por un lado y por otro, para airear las ventanas del vestuario, dado el poder que tenía como lugarteniente de Messi. Se pretendía equilibrar fuerzas en la caseta, dominada por Leo y Suárez hasta el punto de poner en jaque a Setién, pública (desaires y declaraciones) y privadamente. Y de esta manera dar vuelo a Dembélé y Griezmann, muy opacados por la sociedad del 10 y el 9.
El agrio punto y final pasará, y quedarán sus goles. Sus dobletes en el Etihad y París camino de Berlín, donde también marcó; su póquer y tres asistencias en Riazor, 11 dianas al Madrid, incluyendo un hat-trick o un Panenka, el penalti a lo Cruyff que le robó a Neymar, su memorable taconazo al Mallorca… El catálogo ha sido interminable: desde fuera del área, de cabeza, de chilena (unas cuantas), de primeras, con la puntera o el exterior, tirando caños dentro del área antes de finalizar, de vaselina, incomparable su remate de volea, muchas veces de media tijera.
En la hemeroteca pervivirán goles en carrera (en París en 2015, al propio Atlético en 2017) que ya no están a su alcance. Los años y la rodilla le han restado capacidad al contragolpe o en jugadas personales de largo aliento, pero el instinto y el gol los tendrá hasta que se retire. Fin a los mejores años de Suárez, que sin embargo se va sin poder enterrar su sequía a domicilio en Champions (2015). ¿Lo logrará de la mano del Cholo?… quién sabe, igual es en el Camp Nou si el bombo hace uno de esos requiebros tan caprichosos, siempre y cuando ambos conjuntos superen la fase de grupos.
La ‘Operación David Villa’, buen precedente para el Atlético y para Suárez
En los últimos años el puente aéreo entre Barcelona y Madrid está más activo que nunca. Del Atlético emigraron Arda Turan (2015), sin mucho éxito, y Griezmann (2019), aún con mucho por demotrar, por un total de 154 millones de euros, y aterrizó en la capital David Villa (2013), en una operación muy similar a la de Luis Suárez.
El máximo goleador de la historia de la Selección se enfundó el 9 rojiblanco tras el pago 2,1 ‘kilos’ más tres en variables que no se llegaron a dar, una cantidad irrisoria teniendo en cuenta el rendimiento del de Tuilla en el Vicente Calderón. David, que compartió delantera con Diego Costa, futuro compañero del Pistolero, disputó 47 encuentros, logrando 15 goles y cinco asistencias, cifras que ayudaron al Atlético a conquistar su décima Liga, precisamente en el Camp Nou, y llegar a la final de la Champions.