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¡Gracias, Ben!

Un día emocionante, lleno de memorias, de agradecimiento, de leyenda y de esperanza de playoffs. Ben Roethlisberger llegó a “su casa” temprano, con paso tranquilo, reconociendo cada rincón del estadio que lo vio llegar a la NFL en 2004. La noche del lunes 3 de enero de 2022 marcó su despedida de Heinz Field, ese terreno de juego que conquistó en 98 ocasiones de las 124 veces que jugó ahí.

El grito “Thank you Ben” al unísono por 68,400 aficionados presentes retumbó a lo largo de la noche como si en cada grito se recordara un momento.

Ese primer partido el 3 de octubre contra Cincinnati seguramente pasó por la mente de Ben y de miles de aficionados, incluso del propio Verron Haynes, corredor en aquella temporada que recibió el primer pase de touchdown de Roethlisberger, once yardas quedaron inscritas en la historia durante el segundo cuarto.

Tal vez los recuerdos llegaron en el vestidor con cada paso en ese lugar donde junto a James Harrison siempre se fundían en un abrazo para salir del túnel y esgrimir el Game Plan a la ofensiva y defensiva cada semana, otro momento enmarcado en “casa”.

Heinz Field se convirtió en un lugar mágico a lo largo de 2004, ese año donde se convirtió en el “Novato ofensivo del año”; lugar donde coleccionó marcas, una de ellas enarbolando su mítico número 7, ese que eligió desde la secundaria por su admiración a John Elway.

Quien diría que la marca de 98 victorias en Heinz sería la tercera más larga en la historia de la NFL, solo por debajo de Tom Brady y sus 135 victorias en Gillete Stadium y de las 104 en Milehigh Stadium de su ídolo John Elway. Ben es el tercero mejor en cuanto a triunfos en un mismo escenario.

“Esto no es un adiós, es un hasta pronto Canton, Ohio”, se leía en algunas mantas en el estadio y es justo ese el destino del quinto mejor pasador en cuanto a yardas se refiere en la historia de la NFL; Roethlisberger solo está por debajo de Tom Brady, Drew Brees, Peyton Manning y Brett Favre en ese rubro.

El partido quedó atrás, la victoria sobre los Browns se había consumado, pero los recuerdos continuaban su camino: cómo dejar de lado el octavo lugar histórico en cuanto a pases de touchdown de Big Ben. Cómo dejar atrás los dos SuperBowls ganados, cómo olvidar que se trata del quarterback más joven en levantar el Trofeo Lombardi.

Ben ganó el SuperBowl XL a los 23 años de edad, ni Patrick Mahomes (24), Tom Brady (24), Joe Montana (25) o el mismo Terry Bradshaw (26) pueden presumir ese logro.

Fue al final del partido, cuando el reloj estaba en ceros, cuando terminó de abrazar a compañeros y rivales cuando por primera vez en su carrera Ben Roethlisberger no supo qué hacer al pasar los segundos, por increíble que parezca.

Así fue, cada paso era errante, los ojos llenos de lágrimas, la mano en alto agradeciendo al público que no dejaba las gradas, Big Ben dio una vuelta completa al terreno de juego saludando, estrechando las palmas de los aficionados hasta que llegó al pie del túnel de salida/entrada al vestidor, en ese lugar donde la mirada nublada por las lágrimas vio a su familia, esposa e hijos.

Fue entonces que supo qué hacer, lo más importante, abrazarlos. Acto seguido tomarse de las manos y caminar por el túnel. Dejando atrás la euforia de la nación acerera y acercándose a la calma que solo la familia puede otorgar.

Mientras la familia Roethlisberger desaparecía en el túnel, el eco del grito “Gracias, Ben” se hizo eterno.


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