De donde no hay no se puede sacar. Es la conclusión básica para un equipo desmadejado, roto, hundido; para una entidad que ha dejado de ser lo que era con una cantidad de desmanes imposible ya de enmendar. Los Lakers han vuelto a perder, esta vez contra los Timberwolves y en Minnesota, y se quedan en un 0-5 como farolillo rojo de la NBA y una de las dos únicas franquicias que todavía no ha sumado ninguna victoria junto a los Kings. Un castigo quizá excesivo para LeBron James, que con casi 38 años y en su 20ª temporada en la mejor Liga del mundo se ve condenado al ostracismo, entre otras cosas por su deseo de llevar a Los Angeles a ese hombre con el que empiezan y acaban los problemas angelinos: Russell Westbrook. Pero que sea el inicio y el final del desastre, no significa que entre medias no haya una cantidad ingente de cosas que funcionan muy mal y, sobre todo, tienen muy difícil solución.
Westbrook fue relegado al banquillo y va a jugar de suplente, en teoría, en el futuro más cercano. Los Lakers siguen dando vueltas para encontrar algún tipo de solución alternativa inexistente con el base, pero la excusa se le ha acabadl al equipo, que perdió ante los Nuggets sin su estrella (¿estrella?) y con la misma de suplente ante los Wolves. Se rumoreó que la baja de Anthony Davis provocaría el salto a la titularidad de Russ, pero el jugador interior se vistió de calle y Darvin Ham dejó sentado a Westbrook. El entrenador, por cierto, va de mal en peor: se ha estrenado con derrota en sus cinco primeros partidos, no conoce la victoria como técnico principal y sigue acumulando papeletas para convertirse en alguien de paso que está en un año de transición. Y definir así a uno de los últimos años de LeBron James es de traca.
Los Lakers perdieron porque fueron, porque son, peores que los Wolves y que la inmensa mayoría de los equipos de la NBA. Y eso que siempre estuvieron en el choque y tuvieron, otra vez sin suerte, oportunidad de llevárselo: a falta de 2:25 para el final, un triple de Austin Reaves (10 puntos al final) dejaba a los angelinos a 5 tantos (103-98). Con algo menos de 50 segundos, el resultado era de 107-101. Pero ni con esas; los Lakers, que nunca llegaron a perder por más de 10 puntos, ganaron la lucha por el rebote (55-49) a las torres gemelas de la Liga (Towns y Gobert), a pesar de no contar con Anthony Davis. Pero fueron una sombra en todo lo demás: otra vez desastrosos en el lanzamiento (algo más del 40% en tiros de campo y un desastroso 9 de 29 en triples) y más pérdidas que asistencias (22 por 20), una constante que les acabó condenando, con 6 de ellas en un último cuarto en el que Westbrook jugó 11:49… y en el que los Lakers recibieron 33 puntos, el máximo del encuentro. Sin ser el responsable de todo, no deja de ser un problema de dimensiones indescriptibles.