Gaylord Perry, cuya carrera de Salón de la Fama será vinculada por siempre a la “bola ensalivada”, falleció por causas naturales en su hogar en Gaffney, Carolina del Sur. Tenía 84 años.
Perry siguió bien activo durante la mayor parte de su retiro, trabajando en su granja en Spruce Pine, Carolina del Norte. También asistía religiosamente a varios eventos, como ceremonias de develación de estatuas, celebraciones de anillos de Serie Mundial, junto a otros inmortales de los Gigantes. Pero su presencia en dichos eventos se hizo cada vez más esporádica en los últimos años.
Perry se convirtió en el primer jugador en ganar un Cy Young en cada liga, conquistando el galardón en 1972 con Cleveland y en 1978 con San Diego. En un total de 22 campañas de carrera, sumó récord de 314-265 con efectividad de 3.11 y 3,534 ponches. Terminó uniformándose con ocho equipos a lo largo de su carrera: Gigantes, Indios, Rangers, Padres, Yankees, Bravos, Marineros y Reales.
“Gaylord Perry fue un caballo de batalla y una figura memorable en su carrera de Salón de la Fama, en la que ganó 314 juegos y registró 3,534 ponches en 22 años”, dijo el Comisionado Rob Manfred en un comunicado. “Siempre será recordado como uno de los mejores Gigantes de la historia, y por su paso por Cleveland y San Diego, con quienes se convirtió en el primer lanzador en ganar un Premio Cy Young en la Liga Americana y otro en la Liga Nacional. El cinco veces ganador de 20 juegos, lanzó para ocho diferentes conjuntos y siempre fue un compañero querido y un gran amigo a lo largo de su vida. De parte de Major League Baseball, extiendo mis profundas condolencias a la familia de Gaylord, amigos y fans de nuestro gran juego”.
El trabajo duro caracterizó a Perry durante toda su carrera. El monticular se sintió particularmente orgulloso de haber completado 303 partidos en 690 aperturas. El derecho ascendió en la segunda parte de la década de 1960, cuando se esperaba que el abridor cubriera las nueve entradas.
“Si no lanzabas nueve innings”, dijo Perry, “tal vez no volvías a abrir”.
Esa mentalidad de Perry describía su naturaleza competitiva. Pasó 10 de sus primeras 22 campañas en las Mayores con los Gigantes, a quienes siempre defendió en los duros duelos ante sus archirrivales, Dodgers.
Muchos estaban convencidos de que Perry aplicaba algo más en sus pitcheos. Los contrarios estaban seguros de que estaba lanzando la “bola ensalivada”, debido al movimiento tardío de la bola. Dicho pitcheo fue prohibido por Major League Baseball antes de la temporada 1920.
“Fue una bola ensalivada”, dijo el inicialista de los Mets, Ed Kranepool. “Cuando levantabas la bola del suelo, se quedaba la tierra pegada en un lado. Todos lo sabían. Los umpires también. Sólo que no ejercían la regla”.
Como jugador, Perry nunca admitió haber utilizado ese pitcheo. Pero tampoco hizo nada para silenciar las especulaciones. Tituló su autobiografía, publicada en 1974, como: “La bola ensalivada y yo”.
Pero también ganaba el duelo mental ante los rivales.
“Sus otros pitcheos se hicieron más efectivos, porque siempre esperabas la bola ensalivada”, contó Kranepool. “Si te la lanzaba, no podías batearla, la forma en que reaccionaba. Era una maravilla”.
En una entrevista con Perry en 1993, un reportero inició una pregunta diciéndole, “Presuntamente tiraste la bola ensalivada …”. Esto hizo que Perry bromeara un poco con el reportero.
“Presuntamente”, exclamó Perry. “Presuntamente”. Con una sonrisa de oreja a oreja, Perry agregó, “¿Has ido a la universidad, cierto?”.
Al final de sus declaraciones cuando una estatua de él fue develada por fuera del Oracle Park en 2016, Perry les pidió a los espectadores que vieran debajo de sus sillas. Les dijo que encontrarían un frasco de Vaselina pegado a sus sillas con cinta adhesiva como un souvenir.
Evan y Ruby Perry procrearon a Gaylord Jackson Perry, quien nació el 15 de septiembre de 1938, en Williamston, Carolina del Norte. El hermano de Perry, Jim, quien era casi tres años mayor, también fue un exitoso lanzador derecho, debutando en las Mayores con Cleveland en 1959. Ganó 215 juegos, incluidos 24 con Minnesota en 1970, cuando ganó el Premio Cy Young por la Liga Americana. Los Perrys son los únicos hermanos en ganar el codiciado trofeo.
Gaylord fue un gran jugador de béisbol, fútbol americano y baloncesto en la Preparatoria Williamston antes de recibir un bono de US$73,500 para firmar con los Gigantes en 1958. Sus habilidades eran obvias — “Podía lanzar rectas de 95 [mph]”, destacó el inicialista Willie McCovey – pero batallaba para emplearlas. Perry pasó todas o parte de sus primeras seis temporadas como profesional en las menores. En 1964, tuvo EFE de 4.76 tras ocho presentaciones, causándole el temor de que su próximo envío a las menores podría ser su último. Terminó con marca de 1-6 en 31 presentaciones (cuatro aperturas) en 1963 por los Gigantes, quienes era contendientes fijos y no tenían mucha paciencia con jugadores que no podían contribuir inmediatamente.
“Llegué a pensar que ya no volvería a lanzar más”, confesó Perry durante una entrevista en 2014.
Luego llegó una doble jornada en el Shea Stadium de Nueva York el 31 de mayo de 1964. Perry sacó la casta en el segundo juego, cuando lanzó 10 innings en blanco en relevo en la victoria de 8-6 en 23-innings.
Perry admitió que su labor de 10 entradas “fue un parteaguas en mi carrera. Fue la confianza que le di a mis compañeros, mi cuerpo de instructores, el piloto y la gerencia de que este muchacho estaba listo para integrar la rotación y ganar partidos”.
A Perry le sobreviven sus hijas. Su esposa, Blanche, falleció en un accidente automovilístico el 11 de septiembre de 1987.